“Giffoni 55”, aquí está la imagen del festival

Convertirse en humano es una elección. Requiere voluntad, conciencia y responsabilidad. Es un camino de crecimiento en el que aprendemos a cultivar la empatía, la escucha, la paciencia y la comprensión. Un reto que nos llama a redescubrirnos a nosotros mismos y nuestra capacidad de generar cambio, transformación, impacto positivo. Este es el hilo conductor elegido por Giffoni para la 55 edición del festival , programada del 17 al 26 de julio y dedicada a más de 5.000 jurados procedentes de 30 países .
La imagen oficial de 2025 – Becoming Human , creada por el director creativo de Giffoni, Luca Apolito , es un umbral visual. Un rostro joven y antiguo a la vez, dividido en dos. Por un lado, la identidad reconocible, el ojo claro, un brote que crece desde el hombro, un sol, una flor, los signos de la vida, el calor y la posibilidad. Al otro lado, el vértigo de un camino irregular. Un laberinto se despliega como un pensamiento cuando busca, se pierde, se interroga. El esquema laberíntico vuelve el rostro incompleto para evocar la complejidad de la identidad individual, pero también para recordar que cada recorrido personal –con sus necesidades, sus ritmos, sus elecciones– debe entrelazarse con una historia más grande, la colectiva, hecha de vínculos, de recuerdos, de responsabilidades compartidas. Convertirse en humano no es sólo un acto íntimo, es también un acto de pertenencia.
El laberinto habla de una identidad que no está dada, sino que se construye. Una identidad que se realiza con el tiempo y en las relaciones con los demás. Es un símbolo antiguo, presente en mitos y culturas de todas las épocas. No es un rompecabezas para resolver. Es un rito de iniciación . En la mitología griega, Teseo lo explora para enfrentarse al Minotauro, pero el verdadero adversario suele ser interno, representa el miedo, la duda, la desorientación. En muchas tradiciones, el laberinto no conduce a un destino definitivo, sino que acompaña a quien lo atraviesa hacia una transformación.
Aquí, en la imagen de #Giffoni55, está el signo de un camino único y necesario que todo ser humano debe afrontar para llegar a ser verdaderamente él mismo . Es diferente para cada persona y nadie puede evitarlo. No hay un camino único, no hay un punto de llegada definitivo. En el centro del viaje no hay una respuesta, sino un signo de interrogación. Cada conquista se convierte en una nueva pregunta, cada experiencia abre nuevos caminos.
Entre todos los elementos de la imagen hay uno que habla más fuerte, el invisible que se impone a través de una ausencia: la relación. Ningún rostro existe solo. Incluso el laberinto más solitario está habitado por presencias, recuerda las huellas de quienes lo trazaron antes, la sombra de quienes caminan a nuestro lado, la perspectiva de quienes lo cruzarán después. Los vínculos invisibles entre una vida y otra, entre una historia y otra, son el ingrediente esencial de nuestro mundo. No nos volvemos humanos solos, sólo nos volvemos humanos juntos . En la escucha, en el cuidado, incluso en el conflicto, pero en el diálogo, en las palabras, en las preguntas dirigidas al otro.
La luna y la estrella al costado del laberinto, símbolos de la noche y lo desconocido. El sol y la flor florecieron en el lado opuesto, en el lado completo, claro, fértil y abierto. El rostro mismo está habitado por símbolos que cuentan nuestro viaje. El reloj de arena, para recordarnos que el tiempo no es sólo espera sino construcción; El libro, guardián de la memoria, de los pensamientos, de las historias que nos han formado. Dos pájaros, uno natural y otro tecnológico. Dos símbolos de una humanidad que sueña, pero también inventa. Dos criaturas en conflicto buscando el equilibrio.
Hacerse humano significa aceptar que estamos constantemente llamados a una búsqueda, siempre en construcción. Cada generación debe seguir preguntándose qué significa ser humano, elegir la empatía en lugar del cierre, la imaginación en lugar del automatismo. A menudo vivimos como extraños a nosotros mismos y a los demás , hiperconectados pero desconectados en nuestras emociones, cuerpos y apariencias. Convertirse en humano también significa reconocer esta distancia y tratar de superarla cada día.
En una época que parece premiar la respuesta rápida, que privilegia la identidad simplificada, que aplasta y comprime las opiniones para hacerlas encajar en algo similar, la propuesta que se cuenta en la imagen de hacerse humano es aceptar la complejidad. Se trata de elegir avanzar a base de ensayo y error, contemplando el error como parte del camino y también viviendo la incertidumbre como condición creativa.
Convertirse en humano no significa realizar un viaje, sino aceptar que estamos siempre en movimiento . Un acto de resistencia, una suave rebelión contra el conformismo. Es el rechazo a reducir lo humano a un comportamiento previsible o a una condición adquirida y definitiva.
En la imagen Convertirse en humano hay esta invitación invisible. Este rostro no dice quiénes somos sino quiénes podríamos llegar a ser. Es el rostro de una generación que no pide verdades simples, sino oportunidades de investigación y crecimiento.
Es la nueva propuesta de un festival que desde hace 55 años invita a los jóvenes a cuestionarse, a crear, a compartir.
lacittadisalerno